Los efectos negativos del LSD se han llamado tradicionalmente “mal viaje” y dependen no tanto de la dosis ingerida sino más del contexto o la experiencia previa del sujeto. El “mal viaje” es descrito frecuentemente como una crisis de ansiedad o ataque de pánico, pudiendo ocasionar psicosis acompañadas de desorientación y confusión. Contra los “malos viajes” es muy útil el “talk down” o habla tranquilizadora de un interlocutor que sepa calmar al usuario. Otro efecto adverso que no está asociado con el consumo activo del LSD es lo que se conoce en psiquiatría como “trastorno perceptivo persistente por alucinógenos” o “flashbacks”, se trata de crisis generalmente transitorias, en las que el sujeto experimenta síntomas propios de la gestión de un alucinógeno, en ausencia de dicho producto. El sujeto es consciente de su naturaleza patológica y suele vivenciar esta situación con una alta carga de ansiedad (Gisbert Calaguig, 1998). Los “flashbacks” se pueden producir tras un periodo de abstinencia prolongado o entre periodos de ingesta regular, estando también asociados al con
sumo de otras sustancias como el cannabis
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