En la presente discusión, es importante establecer que en 20 años de investigación, que incluyen desde autores como Cohen (1967) hasta Jaffe (1985), no se conoce ningún caso de muerte atribuible a los efectos del LSD. Nichols (2004) afirma que dichos datos se han mantenido hasta el presente. Los alucinógenos, de acuerdo con este autor, no causan cambios letales en el sistema cardiovascular, renal o hepático, debido a que tiene una muy baja afinidad con los receptores o targets que mediatizan las funciones neurovegetativas vitales. También debe tomarse muy en cuenta el hecho de que, según este autor, los alucinógenos no causan dependencia sobre otras drogas y tampoco se consideran de naturaleza reforzante tal y como fue descrito por O´Brien (2001). Para Nichols (2004), los alucinógenos no tienen un efecto directo sobre la transmisión dopaminérgica en el sistema mesolímbico. Dicho efecto es más típico de drogas que producen dependencia y aun estados de alta adicción. El correlato comportamental del espectro adictivo consiste usualmente en aumentar el estado afectivo del tono emocional y producir en consecuencia el estado eufórico. Pero ocurre que si bien esto es típico de una alta afinidad para con los receptores dopaminérgicos o alternativamente para con el sistema de transporte reincorporativo dopaminérgico, los alucinógenos típicos carecen de este perfil neurobioquímico, y no afectan en esencia la transmisión dopaminérgica. En otro sentido, un estudio reciente de Marona-Lewicka et al. (2002) encontró que si bien el LSD estimula principalmente los receptores de tipo serotoninérgico, después de una hora todo efecto comportamental a que el animal sea sujeto es mediatizado por el sistema dopaminérgico.
Comentarios
Publicar un comentario